jueves, 30 de enero de 2014

El campo agrícola y las reformas de Peña Nieto...


Por: Jesús Díaz

      La sociedad  campesina se pregunta si  con la llegada de Enrique Peña Nieto a los Pinosy los buenos deseos para este año que inicia, en  verdad ¿se revalorará el campo mexicano?

      Para empezar, el gobierno de las cien promesas ya nos dio atole con el dedo con las iniciativas de reforma que envió el año pasado al Congreso de la Unión para su estudio y aprobación, iniciativas que la mayor parte de la sociedad mexicana no vio con buenos ojos, sobre todo con el inicio de año donde se dio una escalada de precios que lesionan gravemente los bolsillos de la clase asalariada.

      Si bien es cierto que toda iniciativa de Ley que envié el Gobierno Federal al Congreso de la Unión para su análisis y posterior aprobación, no es mala si se trata en beneficio de la sociedad en su conjunto, sobre todo cuando se trata de crecer social y económicamente, donde las familias puedan vivir más cómodamente, con fuentes de empleo bien remuneradas.

      Sin embargo, con el inicio de Año Nuevo, el gobierno permitió una escala de precios que ponen en peligro el progreso de los mexicanos, ya que con los aumentos irrisorios que se dio al salario mínimo no alcanza para cubrir las necesidades prioritarias de una sociedad lacerada por la inestabilidad económica que vive el país.

      El campo agrícola, al parecer seguirá siendo marginado del presupuesto federal, con aumentos insignificantes que no alcanzan para cubrir las necesidades de los campesinos, porque con estos aumentos que se dieron en los carburantes, los insumos y fertilizantes, les será más difícil trabajar la tierra y poder llevar sus cosechas al mercado local.

      En la época de Carlos Salinas de Gortari, en los años 90´s cuando permitió la creación del Tratado de Libre Comercio (TLC), tratado que solo sirvió para culminar lo que sus antecesores habían proyectado para que el campo pase a manos de las grandes empresas nacionales y transnacionales, donde los latifundistas se hicieron cada vez de grandes extensiones de tierras para poder sembrar y competir con los países desarrollados que transportan productos agropecuarios en diversas partes del mundo.

      Desde los años 80´s el campo agrícola en México se ha empobrecido, desde que el gobierno mexicano priorizara una vocación productiva manufacturera. Así, los pequeños productores que no podían costear la producción hortícola, tuvieron que arrendar o vender sus tierras para emigrar a las grandes ciudades en busca de empleo para el sostén de sus familias, mientras que otros emigraron al país anglosajón en busca del sueño americano.

      A raíz del TLC, se dio la liberación del mercado agrícola en México, pero los pequeños productores no pudieron competir con las grandes empresas, subsidiadas con recursos federales para trabajar el campo agrícola, mientras que los campesinos, solo recibían migajas de apoyo para medio subsistir.

    
  Los grandes exportadores que tienen extensiones de terreno mecanizado pudieron sobrevivir con la producción de hortalizas, mientras que los campesinos se conformaron con llevar la producción agrícola al mercado local, los cuales no les generaron recursos suficientes para seguir creciendo, por lo que no soportaron las condiciones del TLC, teniendo que emigrar  a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida.

    El Gobierno federal y los grandes empresarios y latifundistas tomaron decisiones al vapor, castigando de esta manera al campo mexicano. Los precios de la semilla y los insumos alimenticios, dependerían del mercado internacional, y los pequeños productores mexicanos no podían competir con los productos importados y subsidiados desde Estados Unidos.

      En la actualidad, México importa el 40 por ciento de los alimentos que consume, y de continuarse con esta tendencia, en el 2030 el 80 por ciento de nuestros alimentos provendrán del extranjero.

      Cifras  de la Confederación Nacional Campesina (CNC) citan que el 65 por ciento de la población  de bajos recursos en México, vive en el campo.

      La intensión de Enrique Peña Nieto, es reformar el campo agrícola para modernizarlo y volverlo competitivo, pero ante tanta pobreza que existe en el campo rural ¿Convendría reformar este sector agrícola? ¿Respondería realmente a las necesidades de los campesinos? Si para adquirir un crédito o un apoyo para trabajar el campo, los campesinos tienen que esperar meses para recibir las canonjías que reparte la SAGARPA, lo que impide a los productores sembrar en tiempo y forma para levantar una buena cosecha.

     Para que el campo mexicano entre a la modernización y competitividad agrícola, es necesario revalorar las tierras parcelarias, meter buena infraestructura para poder levantar una buena cosecha, que los insumos, fertilizantes y carburantes no sean muy caros, y que los recursos  para reactivar el campo sean suficientes, más que nada, que lleguen a tiempo para poder preparar la tierra, sembrarla y levantar una buena cosecha con la infraestructura mejorada para tal efecto, sobre todo que haya un canal directo de comercialización para asegurar la cosecha, de lo contrario el campo agrícola mexicano seguirá igual.




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