· Muchos esperaban que durante el Mundial volvieran las manifestaciones masivas que sacudieron a Brasil hace un año. Pero eso parece lejos de ocurrir, por ahora…
El Mundial de fútbol en Brasil ha dado en
estos primeros cinco días algunas sorpresas, pero una de las mayores está fuera
de los estadios: la ausencia de manifestaciones masivas en las calles.
La posibilidad de que durante este torneo
volviera la ola gigante de protestas que sacudió al país en la Copa de
Confederaciones hace un año era considerada alta por parte de expertos.
El asunto era una inquietud del gobierno
brasileño y la FIFA, con encuestas
mostrando un creciente descontento popular por los US$11.000 millones
invertidos en el Mundial y activistas que agitaban el eslogan de "No va a haber Copa".
Sin embargo, desde que el torneo comenzó
el jueves pasado, las protestas en diferentes ciudades sedes han reunido
cientos o a lo sumo algunos miles de brasileños, lejos del millón que llegó a
tomar las calles en junio pasado.
"Brasil
es un país difícil de explicar",
dijo Rudá Ricci, un sociólogo y
politólogo brasileño especializado en movimientos sociales. "Cuando parece que estamos
entendiendo, ocurre todo lo contrario".
Entonces,
¿por qué se desinflan las protestas brasileñas? ¿Y qué puede suceder para que
recobren fuerza?
Del carnaval al miedo…
El movimiento espontáneo de
manifestaciones del año pasado en Brasil tuvo como motor principal a jóvenes de
clase media, sin banderas partidarias ni una verdadera organización detrás.
Uno de sus primeros reclamos fue contra
el aumento de las tarifas de autobús, pero a medida que la ola creció incorporó
una amplia gama de demandas contra los gastos en estadios, la corrupción o la
mala calidad de la educación y la salud.
Con excepciones como la rebaja de las
tarifas de transporte, muchas de las promesas que entonces hicieron los
gobernantes y políticos sobre mayor transparencia y mejoras de gestión siguen
incumplidas. Pero Ricci notó que a
la vez las calles dejaron de ser un "carnaval
político" para convertirse
desde agosto en escenarios de violencia entre grupos radicales como los "black blocs" y la policía.
"Esa
población medio despolitizada que fue a las calles en junio se asustó", indicó Ricci, basado en Belo Horizonte y autor de un libro sobre las
manifestaciones de 2013 titulado "En
las calles".
Los "black
blocs" también se han hecho
presentes en varias protestas anti Mundial de los últimos días, que pese a ser
relativamente pequeñas acabaron en hechos de violencia.
El domingo, unos 500 manifestantes
intentaron acercarse al estadio Maracaná de Río durante el partido entre Argentina y Bosnia y fueron reprimidos por la policía con bombas de gas y balas
de goma. Algunos enmascarados lanzaron cócteles molotov y las autoridades
investigan a un policía que fue filmado usando su arma de fuego.
Nueva atmósfera…
Las encuestas mostraron que así como el
apoyo de los brasileños al Mundial caía, también lo hizo el respaldo a las
protestas, que pasó de 81% en junio a 52% en febrero, según la firma Datafolha.
En mayo las protestas fueron
protagonizadas por sindicatos u organizaciones como el Movimiento de
Trabajadores Sin Techo (MTST), que
reunió 15.000 manifestantes por vivienda popular y contra los gastos del
Mundial en Sao Paulo.
Pero el gobierno de Dilma Rousseff rápidamente pactó una tregua con el MTST, comprometiéndose a cambiar los
límites para participar de un programa federal de viviendas y crear una
comisión para analizar los desalojos forzados.
A su vez, la justicia declaró ilegales y
desactivó huelgas como la de funcionarios policiales en Bahía o de trabajadores
del metro de Sao Paulo, que causó caos en el tránsito de la ciudad en vísperas
del Mundial.
Y luego echó a rodar el balón y los
colores de Brasil comenzaron a tomar las calles.
"En
un país al que le gusta el fútbol, después de la (inauguración) de la Copa
cambió totalmente el clima",
dijo Aldo Fornazieri, director de la
Fundación Escuela de Sociología y Política de Sao Paulo. "Se generó un clima de alegría, de confraternidad".
"Todo eso reduce el
ánimo de protesta", agregó.
Abucheos y respuesta…
Según Fornazieri, el propio eslogan de "No va a haber Copa"
ha resultado poco atractivo para muchos brasileños que lo ven como una
propuesta irrealizable. Quizá una de las protestas de mayor impacto político
desde el jueves fueron los abucheos e insultos que recibió Rousseff dentro del estadio de Sao Paulo, antes del partido
inaugural entre Brasil y Croacia.
Al día siguiente del triunfo de la
Selección, la presidenta respondió a esos gritos. Afirmó que no se dejará "atemorizar" por agresiones verbales y recordó que en su vida toleró
agresiones físicas "casi insoportables", en alusión a las torturas
que recibió cuando estuvo presa durante la dictadura militar en los años '70.
"Nada
me sacó de mis compromisos",
sostuvo Rousseff, que en octubre
buscará su reelección en unos comicios a los que va como favorita, aunque con
un creciente reto opositor.
Los abucheos permitieron al Partido de
los Trabajadores (PT) de Rousseff
salir de la posición defensiva en que estaba y alzar la bandera de la "esperanza contra el odio", explicó Fornazieri.
Según el analista, ahora es improbable que
vuelvan las grandes protestas a las calles aunque continúe el debate sobre los
gastos del Mundial, o incluso aunque Brasil sea eliminado.
En cambio, Ricci sostuvo que el escenario puede cambiar con un episodio de
violencia policial que genere conmoción o en caso de que Brasil sea eliminado
precozmente del Mundial.
"Posiblemente
la primera gran tensión va a ser el 28 de junio, cuando Brasil juegue los
octavos de final aquí en Belo Horizonte",
dijo, dando por hecho que el anfitrión será primero en su grupo. (FUENTE: BBC Mundo.com).
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