Hace pocos días, un grupo de científicos
demostró lo cerca que estuvo la Tierra de ser golpeada por una tormenta solar
de efectos devastadores en el año 2012. Si bien esa afirmación, de por sí,
tiene el poder de generar terror, cabe preguntarse, en el mismo contexto de
actividad solar, qué probabilidades hay de que otra tormenta de similares
características golpee, en el mediano plazo, nuestro planeta.
El
investigador Ashley Dale, del grupo
internacional Solar MAX, tiene su
respuesta: “solo es cuestión de
tiempo” que una tormenta solar
excepcionalmente violenta golpee la Tierra y provoque el colapso total de sus
sistemas de comunicación y suministro de electricidad.
El escenario global, si eso sucediera,
sería extremadamente complejo: aparte de las consecuencias que cualquiera puede
imaginar de inmediato (con lo difícil que se hace la vida con un simple corte
de luz momentáneo), hay otras: los sistemas de aguas y alcantarillado se verían
afectados, lo que crearía epidemias en las áreas urbanas, con el regreso de
enfermedades desaparecidas hace siglos, según explicó Dale a la revista Physics World.
Este tipo de suceso solar es, vale recordar,
inevitable y, según cálculos de predicción de la NASA, cada 150 años la Tierra se vuelve vulnerable a una supe
tormenta solar de gran magnitud como la ocurrida en 1859 y que fue bautizada
como el Suceso Carrington.
Es decir que la tormenta siguiente a
aquella debería haber sucedido hace unos años... o debería suceder en los
próximos años ¿Cómo reducir los efectos, entonces? Por un lado, la predicción
meteorológico-espacial avanzada.
Dale, por su parte, propone que el diseño de satélites y
naves espaciales se desarrolle con el objetivo de hacer menos susceptibles de
daño los instrumentos de a bordo y que estén mejor protegidos ante aumentos
drásticos de la radiación como consecuencia de las tormentas solares. (FUENTE: Noticaribe).
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