Por: Jesús Díaz
No ha cambiado nada el país desde los gobiernos priistas que
antecedieron a los panistas con el famoso “cambio” que nos prometieron y que nunca llegó,
pues la desigualdad económica aún prevalece en diferentes estados, donde más de
80 millones de mexicanos viven en situación vulnerable, cinturones de miseria
que los gobiernos no han podido combatir por la corrupción imperante en todas
las esferas gubernamentales.
Antes de la llegada del panismo a los “Pinos” fuimos sometidos
por un gobierno opresor que por más de 70 años nos gobernó y que con la “alternancia” en el gobierno federal los cinturones de miseria aumentaron
también, a tal grado que al término del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa,
la cifra de pobreza extrema rebasa los 80 millones de ciudadanos.
Como habitantes de un país en vías de desarrollo tenemos que elegir a
nuestras propias autoridades que comulguen con nuestra forma de vida y
promuevan el bienestar de las familias, y no permitir más imposiciones de
personajes que solo sirven a intereses de grupo o de partidos, olvidándose de esta
manera de las promesas hechas durante sus campañas proselitistas, y la única
manera de cambiar al país que merecemos es ejercer el voto en el día de las
elecciones.
Así mismo, debemos poner de nuestra parte y no dejarle todo al gobierno
para que haga las cosas por nosotros, sino coadyuvar en la integración de una
nación más competitiva, sólida, justa y
equitativa, donde no haya tanta corrupción, abuso de poder ni delincuencia en
las calles.
Sobre
todo que los programas sociales y de obra pública vayan encaminados a mejorar
la vida de las familias mexicanas, con
proyectos productivos, inversiones que den empleos a los hombres del campo y de
las colonias populares.
Tanto los líderes panistas como
perredistas nos hicieron creer en la década de los noventa que los
gobiernos emanados del PRI, lejos de
velar por los intereses de los ciudadanos se enriquecían al amparo del erario
público, porque cada sexenio surgen nuevos funcionarios ricos, mientras que los
pobres cada vez son más pobres.
Y es precisamente en esa misma época que los dueños del poder político y
económico nos lavaron el cerebro y a través de la mercadotecnia nos hicieron
creer que Carlos Salinas de Gortari
y Ernesto Zedillo Ponce de León saquearon
al país dejando en la ruina a los mexicanos, pues la economía sacudió a todos los sectores sociales y productivos.
Fue entonces que surgió una figura del panismo conservador avalado por
el gobierno norteamericano de George
Bush, un personaje de botas y sombrero que recayó en aquel tiempo en la
persona del gobernador de Guadalajara, Jalisco, Vicente Fox Quesada, quien nos prometió el “cambio” que nunca vimos
pasar, y que esperábamos que con Felipe
Calderón Hinojosa sucediera,
pero no fue así. Solo se dio la “alternancia” en el gobierno de la República,
Los mexicanos decididos aceptamos
la alternancia en el gobierno y la adoptamos como tal, para ver si así se
componían las cosas en el país, razón por la que se confió de nuevo en el PRI, depositando el voto de confianza
en el candidato de la elite política y económica, en el gobernador del estado
de México, Enrique Peña Nieto, que
hoy con la recisión económica por la que atraviesa el país, no ha podido convencer
a la sociedad ante la pésima administración de su gobierno.
Ante estas evidencias, estoy casi seguro que el problema no radica en lo
ratero que fue Carlos Salinas de Gortari,
en la ineptitud de Ernesto Zedillo,
en lo hablador que fue Vicente Fox ni
en la incapacidad de Felipe Calderón
que sembró de muertos al país con la idea de combatir la delincuencia de manera
frontal, o en la inestabilidad política de Enrique
Peña Nieto para abatir los índices de pobreza y marginación para el
progreso de todos los sectores de la sociedad.
Creo que el problema está en uno mismo que no somos capaces de decidir
por nuestro futuro propio y dejamos que otros lo hagan por nosotros.
Lamentablemente pertenecemos a un país donde permitimos que las autoridades
manejen nuestras vidas a su antojo, una nación donde hacerse rico de la noche a
la mañana es más valorada que formar una familia, un estado donde cada vez
cientos de familias se desintegran y aumenta la violencia intrafamiliar.
No merecemos un gobierno donde la corrupción es el pan nuestro de cada
día, donde por la falta de recursos muchos proyectos quedan sin concluir y obras fantasmas bien pagadas; merecemos un gobierno que se preocupe por la
creación de empresas ante la escases de fuentes de empleo y los altos índices de
marginación y pobreza que existe en todo México.
Pertenezco a un país donde las calles continuamente están llenos de
baches, en donde los robos a casas habitacionales, secuestros, asaltos,
asesinatos y extorciones, son ya una realidad en pleno siglo XXI, donde la
impunidad es un delito, donde no hay interés por la ecología y el cuidado del
medio ambiente.
Vivo en un lugar donde las
personas tiran su basura en plena calle y luego reclaman al gobierno por no
darle mantenimiento al drenaje y pozos de absorción, un país en donde no hay
respeto por la niñez, para la mujer ni para los adultos mayores de la tercera
edad, en donde no existe la cultura por la lectura, consciencia por la
política, y no hay interés por mejorar la economía de los ciudadanos.
Pertenezco a una nación donde los Diputados y Senadores trabajan pocos
días del año y cobran todos los demás como si fueran altos ejecutivos, un estado
donde los agentes de tránsito ya no tienen dientes de tanto sangrar a los
automovilistas, un pueblo donde autoridades policiales están en la nómina de la
delincuencia organizada, desde altos mandos hasta el policía raso.
Como mexicanos debemos decir ¡ya
basta! de tantos improperios, de tantas falsedades, de tantas deslealtades,
mentiras y calumnias que a nada bueno
nos lleva, por eso estamos jodidos y sumergidos en la mendicidad, porque
aceptamos las migajas y todo lo que nos dé el gobierno.
Como ciudadanos tenemos muchas
cosas que hacer por nuestro país, por nuestro entorno, pero nos falta mucho para ser los hombres y
mujeres que nuestra nación requiere, porque esos defectos lo vemos en nuestras
autoridades y no nos fijamos que nuestra cola es más grande, es lo que nos
tiene realmente fregados a todos, nuestra falta de calidad humana.
Aunque los ex presidentes “Vicente
Fox”, “Felipe Calderón” o el
mismo “Peña Nieto” hubieran renunciado a la presidencia
de la República cuando el pueblo se los exigía, de todos modos quien llegue al
poder, ya sea del PAN, PRD, MORENA o del mismo PRI,
va a ser igual, porque quien entra al gobierno en sus tres niveles, tienen que
seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa cada tres o seis años,
pues vemos en las dependencias públicas a las mismas caras, los mismos rostros
sonrientes o adustos, que les da igual recibir las demandas de la sociedad o
negarlas como sucede siempre.
Son los mismos funcionarios que vemos en las dependencias públicas
ocupando otros puestos, solo se cambia al gobernante y al presidente municipal,
cuando en el frigorífico hay más gente que tiene varios años esperando una
oportunidad para ser contratados y brindar un mejor servicio a la sociedad.
Para que en México se vea el cambio que tanto desean los ciudadanos, un
cambio que nos lleve a una mejor estabilidad política, económica y social,
tenemos que erradicar primeramente los vicios que tenemos como pueblo y después
empezar a cambiar nosotros mismos como mexicanos, con pensamientos positivos,
ganas de hacer bien las cosas por nuestra gente sin criticar a los demás por
sus acciones.
Por eso ningún gobierno servirá como sucedió con Carlos Salinas, Ernesto
Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y actualmente con Enrique Peña, si nosotros como sociedad
no cambiamos nuestra vana manera de pensar y de actuar.
Tampoco necesitamos que venga a gobernar un dictador para que nos haga
cumplir la ley a la fuerza como sucede con Cuba y Venezuela, no requerimos de
estos regímenes políticos, necesitamos un cambio de fuerza, de mentalidad
política como sucedió en el año 2000 con la llegada de Vicente Fox Quesada al gobierno de la República, cuando los
mexicanos en las urnas electorales decidimos poner fin a más de 70 años de
sometimiento priista.
Tampoco necesitamos un nuevo levantamiento armado ni marchas continuas
para exigir la renuncia del gobernante en turno como sucede con “Peña Nieto” que no ha hecho nada por mejorar la situación económica por la que
atraviesa el país, que no se refleja en los bolsillos de clase trabajadora y asalariada
ni en el nivel de vida de las familias mexicanas.
Nuestra economía seguirá igual ante la falta de empleos bien remunerados
y la instalación de nuevas empresas para la creación de fuentes de trabajo, créditos
oportunos para invertir en el campo agrícola, en la pequeña o mediana empresa,
y ¿cómo lo vamos a lograr? Solo trabajando en conjunto gobierno y sociedad
podremos alcanzar nuestras metas, hacer de México una nación de oportunidades,
más competitiva y próspera.
Y la manera más clara para enfrentar nuevos retos es acudiendo a las
urnas electorales para votar en cada proceso electivo por la persona que lleve
a México, al estado o municipio a una transformación más sólida que de paz y
tranquilidad a las familias, un cambio de mentalidad, de conciencia donde la
economía fluya y no haya más pobreza. Este es el país que merecemos.
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