· La edificación formaba parte del antiguo barrio de Colhuacatonco, célebre por haber resistido el asedio de la conquista…
Ciudad de México.- Un recinto en el que habitaron y
fueron enterrados nobles aztecas que resistieron a los conquistadores españoles
buscando preservar sus costumbres fue descubierto en pleno centro de la capital
de México, informó el Instituto Nacional de Antropología (INAH).
La edificación formaba parte del antiguo
barrio de Colhuacatonco, célebre por
haber resistido el asedio de la conquista, y se ubica tras los muros de una
vieja vecindad, en pleno centro histórico de Ciudad de México, precisó el INAH en un comunicado.
El hallazgo probaría que Colhuacatonco mantuvo una resistencia "pasiva" tras la caída de Tenochtitlan,
la sede del imperio azteca en la actual Ciudad de México, cuando alrededor de
1525 los conquistadores iniciaron el cambio del trazo urbano, explicó la
arqueóloga responsable del hallazgo María
de la Luz Escobedo, citada en el documento.
"Es
muy probable que, a escondidas, los descendientes tenochcas de primera o
segunda generación llevaron a cabo los entierros de siete individuos (tres
adultos y cuatro infantes cuyas edades oscilan de 1 a 8 años) a la usanza de
sus antepasados", detalló la
experta.
Se hallaron osamentas casi completas,
enterradas en posición fetal, aunque también muchos fragmentos de huesos, según
un vídeo difundido por el INAH.
Los entierros, ubicados en las esquinas y
en los accesos del recinto, pertenecen a la época del contacto español y fueron
dispuestos con ofrendas que incluyen la figurilla de un coyote, una pulsera de
conchas, dos navajillas de obsidiana y otras cerámicas de la época.
También se hallaron otros objetos que
revelan un primer mestizaje cultural, como pequeños silbatos en forma de aves
hechos con una incipiente técnica de vidriado, personajes de rasgos
occidentales y con sombrero, así como representaciones de monjas.
"Lo
que percibimos en los materiales es “lo
mexicano”, ese sincretismo que
comenzó una vez consumada la conquista española", destacó Escobedo.
Las habitaciones del recinto construidas
con piedra permiten afirmar que perteneció a nobles o a sus familiares, ya que el
uso de este material las distinguía de las viviendas de los macehuales o gente
del común, agregó.
La parte más "impresionante"
de la construcción, a juicio de los expertos, es un recinto de 3.16 metros de
largo por 4.30 de ancho que debió estar destinado a actividades ceremoniales.
Esta habitación preserva un piso bruñido
en excelentes condiciones, cuya factura "es
de calidad semejante a las superficies del Templo Mayor de Tenochtitlan", y tiene al centro un círculo
con rayos elaborado en pintura negra, un símbolo que posiblemente representa un
escudo.
El recinto, que la arqueóloga describe
como un "lugar íntimo", es precedido por dos espacios:
una antesala del doble de sus dimensiones y un patio hundido, los cuales se
hallaban en un nivel más bajo.
"Se
iba delimitando el espacio al pasar de uno más abierto a otro exclusivo, lo que
representaba cierta sacralidad",
explicó María de la Luz Escobedo.
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