Washington.- El logro de una reforma migratoria en
Estados Unidos enfrenta hoy un camino escabroso pese a la existencia de un
presunto bipartidismo a la hora de abordarla, estiman comentaristas políticos.
Diversos problemas internos, sin excluir
los externos, dificultarán el debate en el Congreso y la aspiración del
presidente Barack Obama de dejar
como el gran legado de su gobierno una reforma integral de las leyes
migratorias.
En su discurso del martes en Las Vegas,
Nevada, Obama no sólo instó al
Congreso a aprobar una reforma amplia de inmigración sino que indicó que si no
lo hacía, empujaría su propio proyecto, algo difícil sin el apoyo de los
legisladores.
Está claro que si no logra la aprobación
de una ley en este campo, su principal legado será la deportación de un millón
500 mil personas durante su primer gobierno, según estimados oficiales.
Para políticos y expertos la solución
migratoria es sumamente complicada por la incidencia de asuntos internos como
la seguridad en la frontera.
Grupos comunitarios y defensores de los
derechos de los inmigrantes consideran que el tema de la seguridad de la
frontera debería ser abordado fuera del contexto de la reforma, en alusión a
que tanto los planes de la Casa Blanca
como del grupo bipartidista de ocho senadores vinculan ambas cosas.
Un comentario que publicó el diario The
New York Times señala que en el último cuarto de siglo el país gastó
aproximadamente 187 mil millones de dólares en aplicar acciones para asegurar
la frontera, en especial con México y reprimir a los inmigrantes.
Esto incluye un aumento de nueve veces el
tamaño de la Patrulla Fronteriza desde 1980, la construcción de 700 millas (mil
126 kilómetros) de cerca, y el despliegue de aviones no tripulados de
vigilancia y los sensores de movimiento.
El rotativo subraya que los peligros de
cruzar una frontera cada vez más militarizada llevaron a muchos trabajadores
mexicanos a establecerse permanentemente en los Estados Unidos.
Algunos expertos estiman que la
vinculación entre inmigración y seguridad complicará aún más las aproximaciones
y el logro de un acuerdo.
Por otra parte están las apreciaciones
políticas que indican, como dijo Obama
la víspera, que el momento de la reforma integral ha llegado, algo cierto pero
que encierra un sinnúmero de consideraciones nada relacionadas con el bienestar
de los que viven en la sombra.
La
reforma y el bipartidismo…
Hace apenas cuatro meses, el candidato
presidencial republicano Mitt Romney
hablaba de la auto deportación de los inmigrantes ilegales y los demócratas,
tras fracasar en avanzar el tema, lo usaban como un arma contra la oposición.
La situación ahora cambió y la política
se mantiene como algo que impulsa a demócratas y republicanos a recurrir al
tema. Algunos expertos plantean que el voto del 6 de noviembre sirvió de catalizador
para que un grupo de republicanos retornen a la mesa de negociaciones, y los
demócratas aumenten su interés en el asunto.
En los últimos comicios, el 71 por ciento
de los latinos apoyó a Obama,
inclinando la balanza a su favor en al menos tres estados claves (Florida,
Colorado y Nuevo México), la participación fue récord y el apoyo que dieron a
los republicanos fue de apenas 27 por ciento.
Según Gary Segura, profesor de política estadounidense en la Universidad
de Stanford y codirector de Latino Decisions, ambos partidos tienen algo que
ganar o que perder en la búsqueda de una reforma migratoria.
Si los republicanos se juegan su futuro
político y retornar a la Casa Blanca
en 2016, los demócratas buscan consolidar el apoyo de la mayor minoría del país,
aunque durante los últimos años el partido no hizo prácticamente nada por
empujar una solución migratoria en el Congreso.
Esta es una de las razones del
bipartidismo sobre el tema y habría que ver si eso se traduce en acciones
concretas.
Para los republicanos la tarea no será
fácil pues cerca de un 40 por ciento de sus miembros en la Cámara de
Representantes se opone a incluir la legalización de inmigrantes sin papeles,
algo que prioriza la idea de la Casa Blanca, indicó el profesor Louis Di Sipio, politólogo de la
Universidad de Irving, en California.
Esas dificultades podrían disminuir si
muchos republicanos comparten el temor del líder opositor John Boehner, de que en el avance de un cambio de la ley migratoria
está en juego el futuro del partido.
Por lo pronto, las aproximaciones ya se
iniciaron pero está por ver su alcance y aplicación, incluso su impacto en las
naciones al sur de Estados Unidos, donde la inmigración se convirtió en una
bomba de tiempo que debe ser desactivada por Washington.
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