miércoles, 10 de abril de 2013

Santiago Chávez Marfil… La enfermedad del poder


                 

Por: Jesús Díaz

      Aún no es diputado y ya se siente como tal, la soberbia lo transforma y el ego y la vanidad lo consumen, a tal grado que empieza a mirar a la gente por encima del hombro, minimizándolos e ignorando sus peticiones cuando a su oficina del Palacio Municipal de Solidaridad lo van a ver.

      Santiago Chávez Marfil, suplente del diputado Juan Carlos Pereyra Escudero, por el Distrito de Solidaridad,  no ve el día ni la hora para separarse del cargo que ocupa actualmente como secretario particular del presidente municipal de Solidaridad, Rafael Kantún, quien hace unos días tomó posesión del cargo, luego de la renuncia de su compadre Filiberto Martínez Méndez, para buscar otros cargos públicos que la sociedad le confiera en adelante.

      Está en espera de que Juan Carlos Pereyra abandone el cargo que ocupa como legislador en la XIII Legislatura del Congreso del Estado para que de inmediato él ocupe dicha posición política.

      Hueso al que aspira con ansias y que tal vez ni logre acariciarlo porque a lo mejor Juan Carlos Pereyra Escudero no logre abandonar su curul en el Congreso estatal.

      Chávez Marfil, se ha caracterizado por discriminar a la gente que lo va a ver a sus oficinas del Palacio Municipal por cualquier tipo de apoyo que requieren, en ausencia del presidente municipal.

     Además de mentirles con solucionar los problemas que le plantean, los hace esperar largas horas sin que pueda resolver nada.

      Este tipo de personas no debieran de continuar en una administración pujante como lo es el Ayuntamiento de Solidaridad, porque interfiere en las buenas disposiciones del presidente municipal por acercarse a la comunidad para conocer de cerca sus necesidades y demandas más apremiantes.

      Ojalá que el nuevo presidente municipal de Solidaridad, Rafael Kantún, tome en cuenta estas quejas de la sociedad para con sus subordinados y los baje del pedestal de donde se encuentran, porque están para servir a la gente no para servirse ellos mismos.
     
    

     
     
     
     

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