jueves, 29 de mayo de 2014

La enfermedad del Poder...




Por: Jesús Díaz

      La enfermedad que otorga el  Poder a quienes la padecen al ostentar  un cargo público, ya sea por el voto popular o ejerciendo sus servicios en la administración pública, los transforma, les cambia el antifaz, se vuelven intolerantes, agresivos, escurridizos y piensan que los ciudadanos les deben denotar sumisión, cuando son ellos los que deben de demostrar humildad para servir a una población que vive sumida en la desigualdad social.

      El poder político que ejercen los ciega, les atrofia la mente, que no les permite ver más allá de lo que sus ojos pueden ver, pues conociendo la problemática que se vive en todo núcleo social no hacen nada por darle solución a los múltiples problemas que las familias les planean, cuando los van a ver en las dependencias públicas en sus tres niveles y en el mismo Congreso del Estado.

      En el Congreso del Estado están peor, pues los legisladores esperan que el gobernante estatal les solucione los problemas que los ciudadanos les van a demandar, y están a la expectativa de que envíe una Iniciativa de Ley para poder levantar la mano.

      Creen que con solo levantar el dedo ya quedaron bien con la sociedad, que espera de ellos nuevas reformas para mejorar la vida económica y productiva de un estado que se va a pique por las lagunas legales y mentales que se presentan en cada Iniciativa de Ley.

      A lo largo de las administraciones sexenales y municipales que han pasado en la entidad, los abusos de Poder se vienen presentando, y los políticos se creen conocedores de la problemática social, y con brincar del Congreso del Estado a una administración municipal, se sienten intocables y dignos de merecer mejores oportunidades de trabajo en otros cargos públicos, cuando durante su gestión en el Poder Legislativo o en la administración municipal, no pudieron solucionar los múltiples problemas que se presentaron en su núcleo social de donde vienen.

      Hoy vemos con desagrado que muchos de ellos continúan en un cargo público cometiendo los mismos errores y sintiéndose intocables, pero acumulando carretadas de dinero por negocios hechos durante su función pública, no por el sueldo que percibían o continúan devengando.

      Entre estos servidores públicos podemos mencionar entre otros a Valfre Geovani Cen Cetz, ex alcalde de Felipe Carrillo Puerto, hoy titular del Instituto Forestal de Quintana Roo, su mala administración en el Ayuntamiento le permitió al PRD adjudicarse la presidencia municipal al final del sexenio de Joaquín Hendricks Díaz. Juan Parra López quien fue Tesorero del Ayuntamiento de José María Morelos, se rumora que utilizó de esos recursos para llegar a la diputación. Hoy despacha en el palacio municipal del otrora Granero del estado, donde la gente se queja por falta de apoyos para trabajar el campo agrícola y le exige mayores servicios públicos y sociales.

      Otros que podemos mencionar destaca Eduardo Espinosa Abuxapqui que hoy está dando patadas de ahogado, ya que la crisis económica por la que atraviesa el municipio pompeyense, heredada de administraciones anteriores, no le ha permitido consolidarse como uno de los mejores alcaldes de Othón P. Blanco, pues es la segunda vez que llega al poder municipal, tan es así que sus aspiraciones de llegar a la gubernatura del estado de Quintana Roo, ya son cosa del pasado porque ya nadie cree en él.  

     Estos funcionarios tarde que temprano seguirán cometiendo más abusos que los delatarán, ya que prefieren servirse en bandeja de plata que servir a la población, pero como dijo José de San Martín, La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe en una miserable cuota de poder.

      Los casos de enfermedad del poder a quienes la padecen, no se reducen a líderes autoritarios, sino prácticamente a cualquier líder político que en cuanto llega al poder comienza a tejer estrategias para mejorar su futuro económico. Casos como estos lo seguiremos viendo en esta y en las administraciones públicas siguientes.


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