Por: Jesús Díaz
La desigualdad social, la marginación y la pobreza extrema están
causando estragos en diversos estados del país como consecuencia de la poca
voluntad de los gobiernos para aplicar las políticas públicas en materia
laboral, que den sustento a las familias con mayores oportunidades de
crecimiento económico.
El gobierno en sus tres niveles no se preocupa por llevar hasta los
rincones más apartados de su jurisdicción las necesidades que más apremian a la
población, prefieren desviar recursos de los programas asignados para obra
pública y social y canalizarlos a las campañas políticas y otras necesidades de
los grupos de poder.
En sus discursos manejan la demagogia a voluntad y son muy pocas las
veces que cumplen con las promesas hechas durante sus campañas políticas, pues durante
los primeros cien días de su gobierno no cumplen siquiera el 15 por ciento de
las promesas que comprometieron cuando buscaban el voto popular.
Hoy a la sociedad ya no se le puede engañar con discursos demagogos,
carentes de sensibilidad política para hacer bien las cosas, porque así como
votaron por ellos en las urnas electorales, en poco tiempo los pueden
desconocer y tratarlos como a unos mentirosos.
Con tristeza vemos que gobiernos pasan y la sociedad continúa fregada
por la falta de oportunidades de trabajo, por lo que muchos se ven en la
necesidad de delinquir para poder conseguir el sustento para sus familias.
Aún con la alternancia en el poder que se da en los estados y el
convencimiento de los gobernantes para que voten por ellos, aun así la pobreza se
palpa en diversas zonas de México y los gobiernos en sus tres niveles no hacen
nada por sacar a las familias en la pobreza que se encuentran.
No hay programas sociales efectivos que sirvan para beneficio de la
sociedad, los recursos son desviados para otros fines lucrativos, y como
consecuencia de este mal gobierno son los más de 80 millones de mexicanos que aún
viven en pobreza extrema.
Los gobiernos solo se la pasan
mintiendo con discursos demagogos que ya tienen cansado a los ciudadanos,
haciendo promesas que nunca cumplen, prometiendo mayores fuentes de empleo para
el sustento de la familia, mentiras que cansan a una sociedad arrastrada por la
pobreza y la marginación social.
Hoy con tristeza vemos a los ricos que cada vez se hacen más ricos, mientras que a los pobres continúan
sumidos en la miseria, situación que ha dado motivo al alto índice de delitos
en todo el país.
Por estas causas la violencia está hundiendo más al país y el gobierno
de los estados como la federación no hace nada para combatir este cáncer social
que afecta a las familias mexicanas.
Tenemos que entender que la violencia afecta directamente a las familias
y a los mismos empresarios que ven desprotegidos sus patrimonios, por lo que ya
no quieren invertir en empresas para que haya fuentes de empleo.
Prefieren irse a invertir a otros estados con menos índice de
delincuencia o al extranjero donde puedan asegurar su dinero y un patrimonio
para sus familias, pues son presa fácil de la delincuencia organizada que los
obliga a pagar derecho de piso, son extorsionados, secuestrados, asesinados e
intimidados si no acceden a las exigencias de los delincuentes que operan en el
país.
La delincuencia se ha extendido de norte a sur de México, y no hay lugar
seguro para asentarse y lograr un porvenir para sus familias, sin ser presa de
la misma delincuencia que opera en toda la República Mexicana.
Tanto Michoacán, Zacatecas, Chihuahua, el estado de México, Guerrero, Veracruz,
Tabasco, Campeche y Quintana Roo, entre otros, ya no hay seguridad para la
inversión, y la falta de fuentes de trabajo es evidente en esos estados
asolados por las delincuencia.
Lugares donde grupos delictivos como los Zetas y los Cárteles de la
droga han asentado sus bases para operar, desatando de esta manera una
guerra sin cuartel entre grupos de delincuentes para quedarse con la “plaza”, generando así una ola de violencia, muerte y destrucción social.
El mismo gobierno de la entidad como la federación deben generar
programas que permitan la disminución de estos delitos para que pueda haber paz
social y tranquilidad en las calles, ya que su crecimiento afecta directamente
a la economía del país, de las mismas familias, porque la inversión ya no
fluye, y los negocios cada vez son cerrados por estos motivos, quedando en el
desamparo cientos de trabajadores.
Los altos índices de inseguridad siguen afectando al sector empresarial
y a las mismas familias, lo que ocasiona que la economía ya no fluya porque lesionan
directamente la inversión, el cual, perjudica también la productividad, el
comercio y la generación de empleos.
El presidente de México, Enrique
Peña Nieto, comprometió que su gobierno seguirá enfrentando con sistemas de
inteligencia, coordinación, firmeza y eficacia, al crimen organizado, “contamos con el respaldo de millones
de mexicanos que buscan vivir en un país de leyes y libertades”.
Por esta razón la clase empresarial pide un alto al índice de robos,
secuestros, extorciones y homicidios que sufren a manos del hampa, y exhortan
al gobierno de Peña Nieto, a poner orden en los estados
de la federación para que los inversionistas garanticen la seguridad de sus
negocios que son el principal generador de empleos en el país.
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