viernes, 17 de febrero de 2017

¿Existieron los continentes perdidos de Mú y Lemuria?




     A lo largo de las épocas, los relatos de ciudades y continentes perdidos han excitado la imaginación del hombre. Todavía hoy prosigue la búsqueda de la isla de Atlantis o Atlántida, que se cree destruida hace más de 10.000 años por terremotos y mareas gigantescas.

      La Atlántida no es la única tierra legendaria pérdida bajo las aguas. Se ha dicho que dos continentes enteros desaparecieron sin dejar rastro; los dos eran mayores que la Atlántida y cada uno de ellos ha sido descrito, en algún momento, como la cuna de la humanidad.

     Si hemos de creer las leyendas, dos civilizaciones mucho más vastas han desaparecido sin dejar rastro, victimas también de cataclismos naturales. Los nombres de estos dos perdidos jardines del Edén eran y Lemuria. Se supone que estaba situado en el océano Pacífico y que su tamaño doblaba el de Australia. La leyenda afirma que Lemuria ocupaba la mayor parte del océano Índico y unía África con Oceanía.

     Mú, es el nombre de un hipotético continente, que se piensa estuvo situado en el Océano Pacífico, antes de que se hundiera en el mar. Su caso parece similar a los de la Atlántida y Lemuria.

      La primera mención conocida de Mu aparece en las obras de Augustus Le Plongeon (1825–1908), un viajero y escritor del siglo XIX, que llevó a cabo investigaciones de las ruinas Mayas, en la península del Yucatán. Anunció que había traducido las antiguas escrituras Mayas, que demostraban que era una civilización más antigua que las de Grecia y Egipto. Además contaba la historia de un continente incluso más antiguo, llamado , que se había hundido de una manera similar a la Atlántida y cuyos sobrevivientes fundaron la civilización Maya.

     En 1864, el abate Brasseur estaba intentando traducir un códice maya usando un alfabeto compilado por el conquistador Diego de Landa. Ahora bien, la escritura maya era algo similar a la japonesa o la egipcia, ya que usaba ideogramas que también tenían valor fonético: por lo tanto carecía de alfabeto. Lo que el español había encontrado era un conjunto de símbolos que, leídos en voz alta, sonaban como las letras del alfabeto latino. Brasseur entendió que el códice narraba una catástrofe volcánica que había destruido un continente entero. Su nombre se expresaba en dos símbolos que correspondían a las letras “M” y “U”. Nacía .

     James Churchward, coronel británico destinado en la India Colonial de finales del siglo XIX, realizó un sinfín de viajes e investigaciones por toda la India, Siberia y Mongolia en busca de las evidencias arqueológicas del alfabeto Uighur en el que él mismo asegura están escritos los misteriosos archivos secretos Naacals, identificados como las últimas reliquias del sumergido continente de .


      James Churchward narra en sus libros, como el año 1866 un rishi en la India le mostró unas tablillas antiquísimas guardadas en las cámaras secretas de un arcano templo hindú, las cuales estaban grabadas en un lenguaje ideográfico extraño que, según le contaron los sacerdotes del templo, formaban una pequeñísima porción de los tesoros rescatados por los Naacals antes del cataclismo que sumergió las siete ciudades sagradas que existieron en el continente de .

     El viejo sacerdote hindú le había enseñado el Nacaal, el lenguaje más antiguo que la humanidad haya articulado. Gracias a ello pudo descifrar el coronel la historia de Mu en unas vetustas tablillas de piedra escondidas en el templo del sacerdote. Según las tablillas, el hombre primitivo apareció en hace dos millones de años y dio origen a una raza muy selecta de 64 millones de individuos.

     Entonces el continente fue totalmente destruido por una única y violentísima erupción. Hubo, no obstante, algunos supervivientes de los que surgieron las razas que actualmente habitan el globo. Churchward afirmaba que la extensión del continente era de 9.600 por 4.800 kilómetros y su centro estaba próximo al sur del ecuador.
     Sesenta y tres millones de personas vivieron en el ahora continente perdido de Mu hace 200.000 años. Los hijos de Mu se volvieron las personas más influyentes en la Tierra. Mu tenía un gobierno increíblemente sofisticado, una cultura floreciente y una tecnología científica.

      Mucha de la civilización lemuriana vivía en casas con techos transparentes. Ellos construían refugios, hacían ropa, comida, y sus propias herramientas. Estaban libres de estrés y enfermedad, viviendo en paz por cientos de años. Sus habilidades físicas estaban altamente desarrolladas (telepatía, viaje astral y tele transportación) haciendo los dispositivos de comunicación tradicional innecesarios.

     Eran principalmente una cultura vegetariana y agrícola, que funcionaba en armonía con la naturaleza y la tierra. Se cree que todas las religiones tienen un origen común en Mu. Hay evidencias de que la religión de Mu data de hace 170.000 años.


     Estas enseñanzas fueron enseñadas por Osiris, Moisés y Jesús. Moisés condensó las cuarenta y dos preguntas de la religión de Osiris en los Diez Mandamientos. Jesús condensó el texto para que quedara en el idioma de sus días. Las últimas palabras de Jesús en la cruz, ¿fueron en el idioma de Mu?

     Churchward explica las afinidades que existen entre las lenguas mayas y griegas. Estas contienen palabras muy similares que provienen de la lengua de Mú, un continente que reguló gran parte del mundo antiguo. Un mapa de Churchward muestra cómo pensaba que los refugiados de Mu se esparcieron después del cataclismo a través de Sudamérica, a lo largo de las orillas de la Atlántida y hacia África.

     Churchward, viajó también desde la India a Mesopotamia, Siria y Egipto en busca de las evidencias y rastros de las antiguas civilizaciones pre-diluvianas. Tras su pase a la reserva, se estableció definitivamente en Nueva York donde se dedicó a viajar por el Oeste de Estados Unidos, México y América Central en busca de esas mismas evidencias que demostraban una línea común en el estilo de esos caracteres arcanos.

      En los estados del sur, Churchward analizó múltiples escrituras en piedra logrando encontrar rasgos de civilizaciones antiguas en lugares hoy día desolados. Llegó a comentar: Tenemos pruebas positivas que toda la región oeste de Norte América estaba poblada por personas civilizadas durante la parte posterior de la Era Terciaria y antes de la Era Glacial. Esas primeras civilizaciones de América vinieron de una tierra llamada Mú”.

      Churchward, que pasó una gran parte de su vida estudiando en los antiguos templos hindúes, narra en uno de sus libros: Existen dibujos e instrucciones para la construcción de la nave y su maquinaria al igual que el generador para su poder de propulsión, etc. El poder de alimentación se absorbe desde la atmósfera en forma simple e inexpensiva. El generador se parece a una turbina de las nuestras porque funciona y opera de una cámara hacia otra el poder es ilimitado, o puede ser ilimitado por lo que los metales puedan soportar. He encontrado narraciones de varios vuelos realizados que de acuerdo a nuestros mapas comprenden una distancia de unas 1000 a 3000 millas sucesivamente”.

     Pero lo más curioso es que dichos caracteres se encuentran esparcidos desde Pascua hasta Perú, América central y México, en un sinfín de formas simples y simbólicas que siempre acompañan a las gigantescas construcciones megalíticas originarias, algunas de ellas sumergidas como las polémicas moles ciclópeas submarinas en el cabo Isekiu o Iri-Zaki, en la isla de Yonaguni, cerca de Okinawa en el Sur del Japón.

      Los monumentos de piedra de origen misterioso salpican todo el Pacífico, desde los enigmáticos petroglifos en la Gran Isla de Hawái hasta la Isla de Pascua entre sitios sagrados y megalíticos. Todos estos caracteres ideográficos no son sino los signos y símbolos Lémures y Atlantes, que según los Teósofos dieron paso, durante nuestra Quinta Raza o Raza Aria, a nuestra escritura moderna como actualmente la conocemos.

      El relato sobre el continente perdido de Lemuria tiene una base lógica más firme. El nombre del continente fue acuñado por el profesor Philip Sclater, zoólogo británico del siglo XIX, y deriva del animal llamado lémur. Los fósiles de lémures y de otros animales de eras anteriores, encontrados en África y Malasia, sugirieron a Sclater la posibilidad de que existiera un continente perdido bajo el océano Índico. Entre quienes apoyaron la teoría de Sclater, se contaban el eminente biólogo Ernest Hackel y el evolucionista Thomas Huxlev.


     El nombre de Lemuria proviene de lémur, animal parecido al mono que vive en África, en el sur de la India y en Malasia. El zoólogo británico P. L. Sclater, que ideó el término Lemuria, aseguró que el extenso continente se extendía desde Madagascar por el sur de Asia hasta el archipiélago malayo.

     Era un inmenso hábitat de lémures cuando fue invadido por el mar. Esta teoría fue confirmada por el hallazgo de animales fósiles semejantes, en zonas tan apartadas como la provincia sudafricana de Natal y el sur de la India. Entre otros evolucionistas del siglo XIX, el británico Thomas Huxley expresó su creencia en Lemuria, y el biólogo alemán Emst Haekel sugirió que el desaparecido continente pudo haber sido cuna de la humanidad. De este modo surgió la hipótesis de que Lemuria fue sede del Paraíso Terrenal.

     El surgimiento y caída de la civilización lemuriana no puede documentarse con certeza, aunque muchos han ido en busca de su continente mitológico. Se ha sabido que las civilizaciones perdidas surgen y caen o solamente aparecen y desaparecen sin explicación. Como con los atlantes uno solamente puede especular lo que sucedió, basados en la evidencia arqueológica, leyendas y piezas de teorías reunidas por investigadores. Como con las civilizaciones más antiguas y perdidas, los lemurianos construirían pirámides o ziggurats (pirámides de escalones), ligándolas a sus dioses que viven arriba (o en frecuencia más elevada). Estos serían lugares de adoración y sacrificio, o áreas de aterrizaje para naves espaciales.

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