Qué diera por regresar los días
y apaciguar las aguas,
cuanto diera porque regresaran
esos momentos
cuando en mis brazos descansaban,
nostalgias de la vida que quizá
no regresarán
pero que en mis recuerdos
perdurarán.
No sabes cuánto añoro esos días
cuando
en mis brazos reposabas,
cuando tus lágrimas enjugaban mi
alma
y tus besos mi corazón.
La ausencia de ustedes es mi
triste realidad,
su presencia el bálsamo que aviva
mi alma,
sus abrazos mi confort, mi
cobijo,
sus deseos mi máxima expresión.
Su presencia siempre es grata
para mi
sus palabras son un aliento para
seguir viviendo,
sus sueños mi alegría y mi
inspiración divina.
pues sabes cuánto he sufrido tu
ausencia hija,
no sabes cuánto he idolatrado tu
presencia hijo.
Solo Dios sabe cuánto los amo
cuanto añoro por un momento a su
lado,
cuanto deseo por tomarles de la
mano
y fundirme en un fuerte abrazo,
tan sincero como la nostalgia que
hoy aviva mi ser.
Solo Dios sabe el infinito amor
que les tengo,
la culpa ha sido mía y solo mía,
es la nostalgia que hoy perdura
en mi alma,
la alegría de tenerles siempre en
la vida.
Las lágrimas que enjugan mi alma
sublimes testigos de cuanto he
escrito,
testimonios de mi afecto sincero,
de mi amor por Dios y por la vida
misma,
pues solo le imploro al Cielo que
estén mejor que antes,
que cada mañana me digan “Buenos
Días papá”
y que cada noche me recuerden tal
como soy.
De
Jesús para ti…
No hay comentarios:
Publicar un comentario