sábado, 1 de diciembre de 2012

Mundo Maya 2012… “El Renacer de una Nueva Era”


           



        Desde hace años circula la creencia en una profecía maya que anuncia catástrofes cósmicas al finalizar el año 2012. Pero, ¿qué dicen exactamente los mayas? ¿Cómo se sabe con tanta precisión que se refiere a una fecha concreta? ¿Cuál es su significado y su importancia? Y sobre todo, ¿qué significa para nosotros, para nuestra cultura, para nuestro conocimiento, su mensaje? Todas son preguntas inquietantes que necesitan alguna aclaración.

      La primera es sobre ellos mismos, los mayas, cuya civilización está plagada de elementos míticos: construyeron imponentes ciudades, hoy perdidas en la selva; fueron los más avanzados de su época en astronomía, consiguieron medir el tiempo, desarrollar un sistema matemático coherente, una compleja escritura jeroglífica y, a pesar de toda su sabiduría, acabaron desapareciendo de manera misteriosa en la jungla, sin que otra potencia ocupara su lugar.

      Todos estos factores han contribuido a una leyenda en la que se asocian lo heroico y lo científico. Hay buenos argumentos: la exactitud de sus calendarios, el cálculo preciso de acontecimientos celestes pasados y futuros, unidos a una cosmología en la que el tiempo se concibe circularmente, como ciclos que surgen y se destruyen, ha inducido a muchos a vincular sus anuncios con los desastres actuales y concluir con un cataclismo en una fecha concreta: el 21 de diciembre de 2012.

      La base de esta argumentación está inscrita en dos piedras grabadas hace más de 1300 años, en el siglo VII d.C. (entre las más de 15.000 mayas que se han descifrado). Ambas se han encontrado a poca distancia entre sí, en el mexicano estado de Tabasco.  Un pequeño ladrillo hallado en Comalcalco y el llamado Monumento 6 de Tortuguero. Su mensaje es breve. Una vez que se cumpla el décimo tercer B’ak’tun, es decir, el 21 de diciembre de 2012, descenderá del cielo un Dios, o quizás dioses, llamado Bolon Yokte’ K’u —o de los Nueve Pilares-, y se completará un ciclo de creación.
     
      En realidad, conforme la correlación GMT + 2 (Goodman-Martínez-Thompson, más dos días), que utilizan los epigrafistas para convertir las fechas mayas al calendario gregoriano, la fecha exacta sería el 23 de diciembre de 2012, pero da igual, lo importante es la señal del fin de una época, el momento final de un periodo que se habría iniciado el año 3114 a.C.

      La concepción del tiempo de los mayas era muy diferente de la nuestra. Para ellos no era algo abstracto, sino que estaba conformado por ciclos (a veces tan concretos que tenían nombre y se podían personificar en seres mitológicos). Esta creencia implicaba la idea de que el futuro ya ha pasado y el pasado está en el porvenir, así como la existencia de una serie infinita de mundos.

      La profunda interacción entre el hombre y la naturaleza determinaba la idea de la totalidad y del eterno retorno, donde hasta el mismo espíritu vuelve a empezar. Para ellos la vida y la naturaleza se construían igual que las esculturas y los edificios. Y los periodos temporales se comportaban como humanos, es decir, con conciencia, voluntad y personalidad.

      Ante el misterio del movimiento astral y de la coherencia del mundo, ante la evidencia del cambio como devenir ordenado, ante el hecho de la vida y la muerte, los mayas desarrollaron una profunda conciencia de la temporalidad como expresión del dinamismo de la realidad espacial.

      De ahí la importancia de sus calendarios, que además permitían a sus gobernantes poderse legitimar vinculando su vida y actos con complejas narraciones simbólicas, acontecimientos futuros o pasados y dioses y gobernantes nacidos antes.

     
      El sistema calendárico maya se basa en dos cuentas, la larga, cuyo día cero, correspondiente a 13.0.0.0.0. (4 Ajaw 8 Kumk’u), equivale para nosotros con el 8 de septiembre de 3114 a.C. (fecha juliana). Luego medían a través de unidades como el Bak’tun, que representa 400 años. Cada era —actualmente estaríamos en la tercera—, concluía al cumplirse trece B’ak’tunes, que suman 5200 años mayas o 5125 en el calendario gregoriano.
      Además tenían el calendario de cuenta corta, que integraba el solar y el ritual y partía del mismo día, pero dada su duración (el primero de 365 días y el otro de 260 días), se desfasaban volviendo a coincidir cada 52 años. Como ruedas dentadas girando, estos ciclos se integraban mecánica y simétricamente dentro del cómputo lineal de la cuenta larga.

      De acuerdo con la cuenta larga, al finalizar un ciclo de creación se produce una regeneración completa del cosmos y se inicia una nueva época. Es lo que ocurrirá el 23 de diciembre de 2012.

        Los historiadores de la New Age, los milenaristas y otros grupos relacionados con la llamada Era de Acuario han vinculado esta supuesta profecía maya con un cataclismo, sugiriendo además que en esta misma fecha se producirá una alineación de planetas con el Sol en la Vía Láctea, a quien los mayas llamaban Xibalba be o (Carretera Negra).

      No es preciso subrayar que los astrónomos contradicen estas teorías porque los mayas jamás mencionaron que se vaya a acabar el mundo ni el tiempo, como prueban, por ejemplo, sus textos sobre fechas posteriores a 2012. En el Templo de las Inscripciones de Palenque se mencionan fechas que ocurrirán más de dos mil años después, es decir, en 4772.

       De hecho, la única profecía maya de la que se tiene conocimiento, que pasó, por cierto, sin mayor crédito, fue escrita en el Chilam Balam y anunciaba el fin del mundo para el año 1887 d.C. Ahora bien, la aritmética del calendario maya sí constata algo. La terminación del décimo tercer Bak’tun marca el fin de un periodo y la transición a un ciclo nuevo.

      Ésta es la respuesta. El inicio de una nueva era. Lo demás, todos los rumores y leyendas acerca del “fin del mundo” en 2012, manifiestan algo muy diferente, el desasosiego de la sociedad contemporánea, que busca una salida a nuestro incierto porvenir entre cada vez más injustas reparticiones de la riqueza, inestabilidades político-económicas, cambios climáticos y religiones cada día más radicalizadas.

      Y todo ello sin tener en cuenta algo elemental, la mayoría de las argumentaciones sobre el “cataclismo” están basadas en una concepción del tiempo lineal, que proviene de la cultura judeocristiana. Nada que ver con la visión del tiempo de la cultura maya.

      La civilización Maya desapareció misteriosamente en medio de la Selva. Hoy se cuentan en el país mexicano con  más de 150 sitios arqueológicos que se pueden visitar,  en los que el turista puede admirar los vestigios de una de las civilizaciones más sorprendentes de la historia… (FUENTE: Vía: Turismo y algo más).

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